Las violencias basadas en género (VBGs) son violaciones a los derechos humanos de las mujeres, y representan una barrera importante para la prevención y la atención al VIH.[1][2] Sufrir VBGs está vinculado con mayor probabilidad de adquirir el VIH[3]; así como con consecuencias negativas para la salud sexual y reproductiva, por ejemplo, embarazos no deseados.[4] Se ha documentado que este tipo de violencias impiden el ejercicio pleno de la autonomía corporal y la realización de los derechos sexuales y reproductivos para todas las mujeres. Además, la violencia social (el estigma y la discriminación) e interpersonal (por parte de la pareja y/o familia) es una consecuencia común de compartir el diagnostico de VIH.[5]
Las evidencias demuestran la importancia de abordar la prevención y la atención de la violencia basada en género, el VIH y la promoción de la salud sexual y reproductiva de una forma integral y comprehensiva. Se ha observado que la integración entre los servicios de VIH, salud sexual y reproductiva y su vínculo con la violencia de género y las rutas de atención en América Central son deficientes.[6][7]Mejorar esta situación es una reivindicación importante de las mujeres organizadas con VIH en la región.[8] La falta de progreso en la eliminación de la violencia de género; así como de avances sustantivos en brindar servicios integrales y comprehensivos, ponen en peligro el éxito de los esfuerzos nacionales e internacionales para lograr la equidad de género y un Estado de derecho. Por ejemplo, la vida libre de violencia garantizada por legislación hondureña; así como para lograr los Objetivos del Desarrollo del Milenio, en específico las metas para poner fin a la violencia de género, garantizar los derechos sexuales, reproductivos y terminar la epidemia de sida.[9]
En el caso de Honduras, avanzar una respuesta integral a la VBG, DSR y VIH es urgente para los derechos y la salud de las mujeres. Aunque ha habido una tendencia a la baja en el número de feminicidios en
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